QUIERO Y NO PUEDO, PERO QUIERO
¿QUÉ RELACIÓN TIENES
CON LA COMIDA?
Todos tenemos cosas de
las que queremos deshacernos o despegarnos pero
a la vez, no queremos o nos da miedo prescindir de ellas. Como podría
ser tu afición por los dulces y la comida basura, etc. Esos hábitos que todos
tenemos y nos encantaría abandonar, pero sientes como una fuerza superior a ti
te ata a ellos.
Generalmente acudimos
a estos hábitos para sentirnos mejor, para relajarnos o escapar de nuestra
realidad. Puede haber personas que sientan la necesidad de acudir a la comida
sin saber por qué, con ansiedad, y sin poder controlar dicha ansiedad. También
hay personas que encuentran un refugio en el alcohol, cuando quieren despejarse
toman alguna copa de alcohol y a veces beben hasta el punto de perjudicar su
salud y afectar a su vida seriamente. Otras personas se gastan todos los meses
un dinero importante en tabaco porque se pasan el día entero fumando, se
sienten atados al tabaco y desean de verdad abandonarlo pero no pueden.
En mi caso, yo también
me encontraba atrapada en un círculo de estos. Sentía la necesidad de comer,
comer aún sin hambre. Comer para sentirme mejor, cuando me aburría, para
sentirme menos sola, o para relajarme cuando llegaba del trabajo a casa,
ansiosa por los problemas. Tenía verdadera adicción al azúcar sobre todo.
Realmente era un círculo porque cuando me sentía mal, ansiosa, sola o
preocupada, la comida era mi refugio. Evidentemente, como tampoco me movía lo
suficiente como para quemar tanta cantidad de alimentos, mi peso estaba por
encima de lo que era sano para mí. Esto
me llevaba a desvalorizarme, a no gustarme, me sentía culpable porque sabía que
ese hábito me estaba perjudicando enormemente; no me gustaba a mí misma
físicamente, y esta sensación de malestar, ese bucle en mi cabeza me hacía muy
infeliz y me mantenía todo el día con la mente ocupada en ese tema.
También hay que tener
en cuenta que vivimos bombardeados de mensajes subliminales muy influyentes, a
través de los medios de comunicación, a través de muchos profesionales, o
incluso dentro de nuestro círculo social. “Hacer dieta
para estar más delgada y sentirte mejor”, “Las personas gordas no son tan
atractivas”, “La operación bikini ha llegado, no te quedes atrás”, “Los mejores
chocolates al mejor precio”, “La comida en tu mesa sin mover un dedo”, “Date un
gusto, te lo mereces” etc.…Toda esta publicidad que nos invade son
mensajes contradictorios. Por un lado nos dicen que hay que mantener cierta
figura físicamente, y por otro lado nos bombardean con anuncios incitándonos a
refugiarnos en la comida como vía de escape o “darse un gusto”.
Probablemente haya
mucha gente que se haya tirado años haciendo dietas, intentando comer “bien”,
haciendo verdaderos esfuerzos con la comida para no sentirse culpable y modificar
su figura según los cánones de belleza de la sociedad actual. Si nos paramos un poco a mirar objetivamente,
y vemos la estructura que hay montada alrededor de nuestra insana relación con
la comida, industrias alimentarias, gimnasios, tiendas de ropa, médicos
dietistas etc.… Todo el mundo diciéndonos lo que tenemos que hacer, como
tenemos que ser, lo que es bonito o atractivo y lo que no lo es, como nos
tenemos que sentir. Siempre guiándonos por personas que se supone que saben más
que nosotros, y realmente ni las conocemos y la mitad de las veces ni siquiera verificamos la información que recibimos pero
como nos dicen que dan resultados, la ponemos en práctica sin rechistar.
Intentamos método nuevo tras método nuevo, sin llegar a conseguir lo que
queríamos.
Yo propongo al lector
una reflexión: ¿Y si nos paramos un momento y dejamos de escuchar al resto del
mundo y nos escuchamos a nosotros mismos? ¿Cuándo fue la última vez que te
tomaste un rato para reflexionar sobre cómo te sientes, qué es lo que quieres o
qué piensas de ti mismo?
Con todas las ideas y
opiniones que nos rodean, con el paso del tiempo hemos ido adquiriendo un
concepto sobre la comida: “la comida es el enemigo”, “contra menos coma mucho mejor”, “No
puedo comer lo que me gusta porque me hace engordar”, “es mejor no tener cerca
eso que me gusta porque es malo para mí y no quiero caer en la tentación”,
“ciertos productos son prohibidos”, y así un largo etcétera de
creencias que ya son nuestras, que forman parte de nuestra lucha diaria contra
la comida porque creemos que es la raíz de nuestro problema. Y cuando no,
siempre hay alguna opinión externa que critica nuestra forma de comer. Puede
ser que pienses que esos alimentos tan ricos que adoramos comer son malos y nos
hacen engordar y sentirnos mal, sentirnos impotentes, sentirnos muchas veces
incluso hasta inferiores porque no tenemos el cuerpo que deseamos, ¿verdad? Pues resulta que NO es así, la comida no es
el enemigo, y no tienes que renunciar a comer la comida que te gusta porque
no tiene la culpa. Simplemente son
alimentos. NADA MÁS.
Por supuesto no estoy
sugiriendo que por el hecho de que la comida no sea el problema podemos comer
sin control de manera que nuestra salud se perjudique seriamente. Pero si la
comida no es la raíz del conflicto, ¿dónde está la raíz? ¿Dónde está el
problema? Y lo más importante, ¿cómo podemos solucionarlo?
Como hablábamos al
principio, hay muchos hábitos que tenemos que no son buenos y nos perjudican. Aunque
nos hemos centrado en la relación que tenemos en la comida, somos conscientes
de que problemas como el tabaco, el alcohol, y demás hábitos parecidos tienen
una raíz psicológica, y muchas veces un profesional puede ayudarnos a dejar de
depender de esos hábitos y recuperar el control y nuestra salud. Lo mismo pasa
cuando tenemos problemas con la comida, hay sumergido un problema psicológico.
Evidentemente cada uno
debe valorar hasta qué punto su relación con la comida está dañada como para acudir a un psicólogo para
que lo guíe sobre cómo solucionar el problema. Pero mi sugerencia es que, antes
de escuchar a nadie más, es que te analices y te escuches a ti mismo, lo
intentes por ti mismo, y si crees conveniente buscar ayuda profesional,
adelante. Pregúntate: ¿Qué pensamientos tengo
cuando me entra hambre?¿Cuando empiezo a comer?¿Cuando tengo hambre?¿Cuando
estoy nervioso o nerviosa?¿Cuando me siento triste o frustrada?¿Cuando me gusta
mucho algo y lo como aunque no tenga hambre?¿Cuando me siento solo o sola o
tengo miedo por algo?¿Cuando estoy aburrido?¿Como porque es la hora de comer y
como de la misma manera que comemos todos en casa sin valorar si eso es sano
para mí o no?¿Qué más motivos tengo para comer?
Escoge un momento y
un lugar en el que estés solo, y hazte estas preguntas mentalmente, medita
sobre las respuestas y sé sincero contigo mismo, (si las respuestas son
afirmativas en la gran mayoría de las preguntas es bastante probable de que tu
relación con la comida no sea la más sana). Ahora coge papel y lápiz y escribe
como te sientes con tu físico, escribe sin miedo. Esto es para ti y solo para
ti. Si te entristece lo que escribes, no pasa nada, desahógate. Sacar los
sentimientos ocultos es muy bueno. Descarga lo que llevas dentro, uno se siente
mejor cuando suelta lastres.
Está claro que nadie
quiere sentirse mal consigo mismo y todos queremos estar contentos, vernos
bien, guapos y sanos. Pero la clave para que todo cambio funcione en uno mismo
es hacerlo desde el amor a uno mismo, no desde la autocrítica. Ahora vuelve a
coger el papel y escribe todo aquello que te guste de ti mismo, tanto
físicamente como de personalidad. Se generoso y escribe todo lo que veas de ti
que te encanta, no te cortes, esto es para ti. Y no me creo que no haya algo que
te guste de ti mismo. Seguro que tienes unos ojos preciosos, una bonita sonrisa
o eres una persona inteligente, amable, etc.…
Todos tenemos cualidades igual
que defectos, es mejor ser honrados con nosotros mismo y ver las dos cosas, no
solo los defectos.
El propósito de que
escribas todo esto es que te des cuenta de que tú, al igual que todo ser humano
eres valioso, hermoso, con defectos y virtudes, y te mereces ser feliz. Si tu
relación con la comida no es la más sana, cámbiala. Pero cámbiala sabiendo que
tal y como eres, eres perfecto. Tal y como eres debes gustarte, debes amarte,
porque eres tú, ese cuerpo que ves todos los días en el espejo eres tú, y tú te
mereces amarte mucho. Si no te amas a ti mismo. ¿Quién lo hará? Sé tú el
primero en amarte y valorarte. Todos los días delante del espejo repítete a ti
mismo:
SOY PERFECTO TAL Y COMO SOY, ME AMO A
MISMO Y CONSEGUIRÉ TODO LO QUE QUIERA PORQUE YO PUEDO.
Sí, ya eres muy guapo
o muy guapa. Eres perfecto y único, porque como tú no hay ni habrá nadie igual.
Cuando lo tienes interiorizado, cuando cambias tu retahíla diaria de (yo estoy gordo, no me gusto, no soy capaz de estar delgado
como me gusta) por (yo me amo, me merezco lo
mejor, quiero estar sano, puedo y lo conseguiré), poco a poco vas viéndote
a ti como lo que eres, una persona muy valiosa y bella tal como está, e irás cogiendo la fuerza de voluntad
suficiente para corregir tus hábitos de alimentación. Te darás cuenta como
cada vez es más sencillo elegir comer lo que es más sano para ti, cada vez
tienes menos necesidad de acudir a la comida cuando la vida te ponga en
situaciones complicadas como estrés por trabajo, tristeza, incertidumbre, miedo, etc.. Irás viendo con el paso del tiempo que solo te acordarás de la
comida cuando tu cuerpo lo necesite, cuando tengas hambre y querrás escoger con
seguridad y satisfacción los alimentos que más benefician a tu cuerpo. Será una
decisión interna de amarte a ti mismo, una manera estupenda de hacerlo es comer
sano y darte a ti mismo más importancia que a la comida, relegándola al lugar que pertenece. Por que la
única función de los alimentos es esa, nutrirnos para que sigamos vivos y que nuestro cuerpo esté fuerte y sano. NADA
MÁS. Por supuesto la comida es maravillosa, es un placer disfrutar de ella; pero debemos darle el lugar que tiene, nunca utilizarla para otra cosa que no
sea nutrirnos y jamás darle más importancia que a nosotros mismos.
Cuando te das cuenta
de cuál es la raíz de tu relación actual con la comida y te propones cambiarla
desde la autoestima y desde el convencimiento de que lo haces porque te lo
mereces y es lo mejor para ti, poco a poco notarás más seguridad en ti mismo. Verás como ese “malvada víbora” que creías que era la comida va perdiendo
fuerza sobre ti, te reconciliarás con ella a la vez que vas tomando las riendas
sobre ti y vas notando cada vez más sano, evidentemente contra más saludable comas, mejor estará tu cuerpo. Volvemos a recordar que animo a que tengáis una
relación saludable con la comida, jamás animaré a nadie a que siga ningún canon
de belleza, solo y exclusivamente a estar sano y sentirse a gusto consigo
mismo.
Nunca te rindas,
probablemente te costará al principio, pero sigue, sigue porque tú puedes,
porque te lo mereces y quieres hacerlo y la sensación de recuperar el control,
estar sano y alcanzar tu meta es fantástica. Está al alcance de todo el mundo,
sí, a tu alcance. Recuerda:
Yo escribo desde la experiencia propia y sé que todo esto es cierto, no
lo he inventado yo, son aprendizajes que he ido adquiriendo con el paso del tiempo.
Poco a poco me he dado cuenta de que tengo que estar en paz con la comida y
tener una autoestima sana y afortunadamente he contando con personas
maravillosas que me han ayudado a verlo y me siguen ayudando en mi trabajo diario para
conseguirlo. Agradezco mucho que estas personas estén en mi vida y me agradezco a
mí misma todo esto porque lo he vivido, he aprendido y ahora puedo compartir lo
que he aprendido. Si lo miras desde el punto de vista optimista piensa que toda
esta situación que vives ahora te ha traído hasta aquí ,y te ha dado la
oportunidad de aprender que eres un ser maravilloso y que puedes ser feliz si
tu quieres porque está a tu alcance serlo. Permítete a ti mismo avanzar y
agradécete que estés en este punto y que
tengas la oportunidad de progresar. Yo sigo trabajando en ello también y te
animo a que sigas adelante.
Gracias, gracias y gracias
Atte. Inmaculada C. Meléndez